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Viernes 14 de octubre a las 19:00 horas.
Presencial. Aforo limitado.
Los mitos nos desvelan siempre enseñanzas que van más allá del desenlace surrealista en el que dioses, héroes y mortales interactúan entre sí.
El mito de Eneas destaca hoy por su sorprendente actualidad. Nos deja una gran lección, de valor y fortaleza, tan necesaria en estos tiempos adversos que estamos viviendo.
Si es verdad que coraje significa ‘echar el corazón por delante’, a Eneas seguramente no le faltaba esta cualidad. El héroe troyano, cuyo destino fue fundar los cimientos de Roma, es un símbolo de coraje y un ejemplo que merece nuestra atención. Él se enfrentó a muchos obstáculos, conoció el miedo, la incertidumbre y el dolor; sin embargo, no se rindió, sino que siguió luchando. Sufrió muchas pérdidas y hasta rozó la muerte, pero aprendió de sus fracasos, aceptó su destino y se comprometió a cumplirlo, pese a los esfuerzos que esto suponía.
Sus aventuras, agrupadas en «La Eneida» de Virgilio, empiezan con la caída de Troya a manos de los griegos. Ya desde los primeros trágicos momentos, mientras su amada ciudad arde bajo un fuego destructor, Eneas, hijo de la diosa Venus y del mortal Anquises, da muestra de gran fortaleza. Esta se expresa en forma de resistencia ante el enemigo, pero también en forma de aceptación. Eneas asume la derrota, la reconoce como etapa necesaria de su existencia. Pero a la vez renace a partir de esta, tal y como de las cenizas de Troya está destinada a renacer una nueva y potente ciudad. El fuego tiene este gran poder renovador: destruye lo viejo para que algo nuevo pueda volver a surgir. Así, Eneas reacciona frente a la desgracia de perder su casa, a sus amigos, a su querida Creúsa; coge a su padre Anquises en sus espaldas y, junto a lo que queda de Troya y de los troyanos, se prepara para enfrentar los peligros del mar y las muchas dificultades que lo separan de su «tierra prometida».
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